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Elisenda de Sant Climent - Sinopsi

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Elisenda, hija del ciudadano leridano Guillem Ramon de San Clemente, habría nacido hacia 1220; marchó en Mallorca casada con un repoblador y propietario de una alquería cerca de Pollença; recordamos que la isla había sido conquistada el 1229. Vivían allá con su hija Guillemona, muy pequeña, cuando el 1238, en el contexto de la conquista de València, los musulmanes hicieron una algarada y se llevaron cautivos a Elisenda, su marido y la pequeña; ella y la niña fueron llevadas al harén del rey de Túnez.

La pequeña Guillemona creció al harén, donde fue educada como musulmana y recibió el nombre de Rocaia; aconteció una chica mucho formosa, de forma que el hijo del emir, Miromomeli, se enamoró. Una vez rey, la tuvo como favorita, le otorgó varios presentes y la hagáis conocedora otros tesoros que guardaba. Elisenda, a pesar de ser cautiva y cristiana, a causa del papel de su hija a la corte, disfrutaba de ciertos privilegios y estuvo en contacto con los mercaderes catalanes y la comunidad cristiana de Túnez. Debería de tener entonces unos treinta y seis años cuando conoció o se encontró con un antiguo vecino, el mercader leridano Arnau Solsona, con quien se casó. El hermano grande de Arnau Solsona fue *paer de Lleida en 1255.

Elisenda, como madre de la reina Rocaia, continuó siendo la señora que mandaba y disponía de muchas cosas de palacio. Después, el matrimonio Solsona decidió volverse en Lleida, y a pesar de que la hija se oponía a la marcha, finalmente llenó de presentes a su madre que marchó. Entre los dones que le hizo, con gran secreto, le dio una reliquia, un trozo del trapo con que, según la leyenda, Maria envolvió Jesús. El rey de Túnez echó de menos la reliquia y pidió a Jaime I que le fuera vuelto el trapo que Elisenda le había robado. El rey, el 1272, interrogó a Arnau Solsona; él no sabía nada y así lo manifestó, Elisenda había guardado el presente y no había dicho nada a su marido; de todas maneras el rey multó la pareja. Cuando Elisenda cayó gravemente enferma, explicó a su marido la posesión del trapo que con tanto secreto había guardado y le libró. Elisenda murió en Lleida, entre el 1275 y el 1278, y fue soterrada al monasterio de los dominicos. Ella había explicado al marido su increíble historia, él lo había creído y la hizo pública poco antes de su muerte, el 1297.

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