Concepción Aleixandre Ballester - Sinopsis
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Después de acabar la carrera con excelentes notas, se trasladó hasta Madrid, donde se doctoró en ginecología. No tuvo dificultades para encontrar trabajar en un hospital pero no estaba hecha para limitarse a un horario preestablecido de visitas concertadas. Quería contribuir a la educación higiénica y sanitaria de las mujeres, quería mejorar su sistema de vida, especialmente el de las más pobres, quería cambiar las cosas. El nombre de la doctora Aleixandre comenzó a sonar mucho. A su consultorio privado acudían pacientes de todo tipo, atraídos por su fama de persona cercana, y únicamente les hacía pagar a quienes se lo podían permitir. Asimismo, se dio a conocer en los círculos profesionales, como la Sociedad Ginecológica Española y el Instituto Médico Valenciano. Dio charlas divulgativas, escribió artículos y participó en congresos internacionales. Incluso patentó un pequeño dispositivo para las mujeres que sufrían prolapso de útero. Estaba a la última en los progresos científicos (viajó por toda Europa para conocer las más recientes novedades) y no era raro encontrar su nombre en un anuncio de prensa recomendando algún medicamento.
Si la actividad científica fue intensa, también lo fue su activismo feminista en diversas entidades, como por ejemplo la Unión de Mujeres de España —sufragista, interclasista, aconfesional, próxima al socialismo—, de la cual fue la presidenta en 1920. La doctora falleció en Valencia a los noventa años. La dictadura franquista había confiscado el derecho al voto pero sus luchas profesionales y sociales estaban condenadas a triunfar.
Fue una de las mujeres valencianas que inició un camino para la ciencia y la maestría en aquellos difíciles años de finales del siglo XIX, no solamente en el campo de la medicina, dominado por hombes hasta entonces, si no también como maestra y en otras tareas sociales. Vivió un contexto histórico donde se vislumbrava que algo estaba cambiando respecto al acceso de las mujeres a los estudios universitarios. La evolución modernizadora ya se había iniciado en algunos países europeos y de a poco, a pesar no pocos obstáculos, fue traspasando las fronteras y se impuso de manera progresiva en diversas universidades del estado español y se insertó en tierras valencianas.
Es verdad que la legislación española a mediados del siglo XIX había comenzado a abrir las puertas para facilitar la entrada del sexo femenino en las aulas de los estudios superiores, siendo los estudios de magisterio los que encabezarían este nuevo panorama universitario. Fue, no obstante, a partir de fines de la primera década del siglo XX cuando estas puertas se abrieron de par en par y cuando la presencia de la mujer fue cada vez más mayoritaria hasta llegar al momento actual, donde podemos decir de forma clara que es casi multitudinaria en muchas carreras.
La doctora Aleixandre Ballester es conocida por constituir el círculo emprendedor de los estudios universitarios en la sociedad valenciana en la rama de la medicina. Pese a ser un claro reconocimiento para la época de la que hablamos, Concepción Aleixandre se involucró en otras tareas, no solo científicas , clínicas o docentes, si no que realizó tareas sociales y también colaboró en movimientos feministas y de carácter político.
María de la Concepción Aleixandre Ballester nació en el mes de febrero de 1862 en Valencia y, como queda en el informe del rector de la parroquia de San Esteban de Valencia, era hija de Vicente Aleixandre y de María de la Concepción Ballester. Por la familia paterna estaba emparentada - era su tía – con el poeta Vicente Aleixandre de la generación de 1927.
Una muestra del valor de la doctora valenciana nos es presentada en su expediente. Así, entre 1878 y 1883 completó los estudios de bachillerato con excelente en toda las asignaturas, además de la misma nota en los dos ejercicios del grado de bachiller que la capacitaron para obtener dicho título. Cuando estaba por finalizar su formación, manifestó su deseo de estudiar magisterio, lo cual hizo después de tramitar la autorización de su padre para ingresar en la Escuela Normal de Valencia, instrucción que compatibilizó con la de bachiller. Según consta en su expediente, previo a la obtención de la titulación como maestra de primera enseñanza elemental, se matriculó en las asignaturas correspondientes para obtener la certificación de Magisterio Superior en septiembre de 1883. En ese mismo año comenzó la carrera de medicina, la cual finalizó en 1889, con calificación excelente en casi todas las asignaturas, continuando la formación de grado de licenciatura la que superó, siendo el primer ejercicio sobre el diagnóstico de nefritis subaguda y el segundo ejercicio con la correspondiente operación en un cadáver. Superados todos los trámites administrativos, Concepción Aleixandre Ballester logró el título de licenciada en Medicina y Cirugía a agosto de 1889, conjuntamente con la doctora Manuela Solís y Clarás. Poco después y contando con la capacitación profesional, se trasladó a Madrid, donde desarrolló toda su trayectoria médica, científica, social, y pedagógica. De hecho, en 1891 ingresó como médica agregada del Hospital La Princesa de Madrid y pocos años más tarde trabajó en la Beneficencia Provincial, adscrita a la Casa de la Maternidad e Inclusa de la capital española.
De su vertiente educadora se destacan dos colaboraciones realizadas durante la segunda década del siglo XX. Por una lado, el artículo “Maternología”, publicado en la revista “La Escuela Moderna”, que fue una conferencia que dió la doctora Aleixandre en un centro educativo madrileño y la cual había organizado el Comité de Higiene Popular (Junta de Damas del Comité Femenino de Higiene Popular, que en aquellos años tuvo una intensa actividad y que desarrolló un papel significativo en las demandas sociales, educativas, científicas de las mujeres) para divulgar y educar a las alumnas (como futuras madres) que acudían a diversos centros de enseñanza de Madrid. La mencionada conferencia hace hincapié en la importancia de tener una serie de conocimientos sobre aspectos que rodean a los niños y niñas en su entorno familiar y evitar así prejuicios y, por otro lado, transmitir instrucción básica sobre necesidades orgánicas de los niños, como digestión, nutrición, sistema nervioso o los sentidos, entre otros.
La otra colaboración en esta línea fue “De la mujer para la mujer. Educación higiénica de la niña como madre futura”, también en la misma revista, en la cual figura la doctora Aleixandre Ballester como representante de la Inspección Médico-Escolar. Lo dedicó a la sociedad en general y a las maestras en particular. Llama la atención sobre el papel que tiene la higiene en la infancia femenina, no solo desde la vertiente más técnica como la higiene corporal en la búsqueda de una mejor salud, si no también desde una perspectiva más moral y social. Todo esto tiene el objetivo de corregir el exceso de enfermedades y muertes en la población infantil de entonces.
Pocos años después de comenzar su trayectoria profesional, hizo una solicitud para ingresar a la Sociedad Ginecológica Española, lo cual generó un debate que quedó bien patente en la prensa.
De su colaboración en revistas científicas, como Medicina Social Española, que se publicó entre 1916 y 1920, remarcan su participación en la sección 'De la mujer, para la mujer', una de las líneas de carácter feminista que estaba penetrando con fuerza en la sociedad española, junto con otras mujeres como la oftalmóloga Elisa Soriano o las maestras Ana Solo de Zaldívar y Matilde García del Real, estas últimas e íntima conexión con la Institución Libre de Enseñanza. En esta publicación estaban,entre otros, Jaime Ferrán, osé Gómez Ocaña y el pediatra Andrés Martínez Vargas.
Participó en reuniones estatales e internacionales como el Primer Congreso Nacional de Educación Física, el Congreso Nacional de Medicina en 1918, o en el IX Congreso Internacional de Higiene y Demografía, donde realizó la comunicación "¿No demuestra que en España la iniciativa de la mujer es de grandísima valía?". En esta misma época participó en el Congreso Médico-Farmacéutico Regional de Valencia y poco después en el correspondiente Congreso Pedagógico de Madrid. No debemos olvidar que en su tierra valenciana durante aquellos finales del siglo XIX fue reconocida como socia honoraria del Instituto Médico Valenciano por un estudio sobre "La meningitis tuberculosa". Ni tampoco su intervención en otros organismos como la Sociedad de Pediatría de Madrid, donde fue la primera mujer en la junta de gobierno en 1917, como bibliotecaria, y donde ocupaba la presidencia el doctor Tolosa Latour. En esta institución desarrolló el tema 'Consideraciones especiales sobre higiene y patología de la infancia femenina'. Hizo trabajo docente en la Real Academia de Medicina como profesora de la Normal de maestras. Incluso participó en la radio, concretamente en Unión Radio Madrid en el año 1930, mediante la conferencia 'Los albores del amor materno', y son solamente una muestra de las múltiples contribuciones de esta médica valenciana.
Tuvo también tareas de carácter benéfico y humanitario. Así, colaboró con el Colegio de Médicos de Madrid a través de la Junta de Damas (la presidenta de la cual fue la misma doctora Aleixandre a lo largo de gran parte de la segunda y tercera década del siglo XX; se tiene constancia de la presencia como vicepresidenta de la oftalmóloga Trinidad Arroyo, quien perteneció también al núcleo de mujeres que encabezaron la formación médica española, y donde además estaban, entre otros médicos, Ramón y Cajal o Tolosa Latour) y uno de sus objetivos era formar un patronato protector, así como establecer una caja de socorro para proteger a los médicos desvalidos, viudas y huérfanos. Para conseguir ayuda, organizaron actos benéficos como el que se realizó en el Teatro Princesa en abril de 1913.
En la misma línea humanitaria, se involucró tanto en campañas a favor de los tuberculosos como integrando el Comité Femenino de Higiene Popular, del cual era la vicepresidenta, en favor de los obreros más necesitados y sus familias.
Además de todo eso, encontró tiempo para involucrarse en iniciativas de más contenido político o social. Así queda testimonio de su paso por la Comisión de Damas de la Unión Ibero-Americana, donde colaboró intensamente con María Vinyals y Ferrés (marquesa de Ayerbe), quien fue la fundadora del Centro Ibérico-Americano de Cultura Femenina en la Institución de la Enseñanza de la Mujer, y con Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos y otras mujeres partidarias del progreso femenino en la sociedad en todos los niveles. Este organismo pretendía instruir y capacitar mujeres que no tenían acceso a otro tipo de educación y y fue presentado a la monarquía española por la doctora valenciana y un grupo representativo de la junta directiva. Entre las ponencias que desarrollo Concepción Aleixandre se encuentra 'La higiene del niño y la patria', que dedicó a las madres españoles e iberoamericanas, o "Higiene especial para los emigrantes e inmigrantes en los países ibero-americanos".
Participó también en otros grupos colectivos como La Unión de Mujeres de España o la Juventud Universitaria Femenina, y en la aprobación de sus estatutos, para defender la participación de las mujeres en los niveles directivos. De sus intervenciones en congresos, comités y mítines, cabe destacar las reuniones del Comité Español para el Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino al final de 1919, o su cargo de presidenta del Comité, junto con el doctor Juarrós, para el Primer Congreso Español de Abolicionismo en relación con la supresión de la prostitución reglamentada.
Un caso especial es el referido al interés por investigar la paternidad, que llevó, durante los finales de la dictadura primoriverista, por una lado a la solicitud por parte del grupo femenino y socialista (donde se hallaban mujeres destacaban como Julia Vega, Claudina García o Clara Campoamor) y la misma doctora Aleixandre al gobierno sobre el establecimiento de la dicha investigación familiar. Hay que hablar también del mítin que se llevó a cabo a finales de abril de 1926 en la Casa del Pueblo de Madrid a favor de la investigación de la paternidad y donde se leyeron unos textos de María Cambrils (luchadora valenciana de la intelectualidad obrera), en el que quedó constancia, como podemos observar en el periódico El Pueblo de junio de 1926, de la participación de la doctora Aleixandre ente otras feministas y socialistas. Su intensa y diversa actividad, gran parte fuera del consultorio y del trabajo clínico y asistencial, quedó reflejada en la prensa española y valenciana entre fines del siglo XIX y los primeros treinta años del XX. Revistas y periódicos como El Adelanto, La Correspondencia de España, El Debate, Diario de Córdoba, Diario de Tenerife, Diario de Valencia, La Esfera, La Libertad, La Lucha, Las Provincias, El Pueblo, El Sol y muchos otros.
En sus páginas aparece, en mayor o menor extensión, la actividad desarrollada por la doctora valenciana en cuestiones referidas a la temática políticosocial, educación, prevención, higiene, campañas sanitarias, universidad, etc. Reflejo del abanico de intereses que poseía Concepción Aleixandre y que mostraba el importante papel que estaba logrando la mujer en la sociedad española en las primeras décadas del siglo XX.