• AGENDA
  • - Qui Som
  • - Punt de Trobada
  • Xocolata i Contes (icon menu)

Índice de artículos

Màrius Sampere nació en Barcelona el 28 de diciembre de 1928 en la calle de la Igualdad (hoy calle de Cartagena), en el barrio del Guinardó, hijo de Antoni Sampere Hornos, administrativo, y Adela Passarell Semper, administrativa. Antoni Sampere era un hombre robusto, tenaz y con una fuerte vinculación con el país, mientras Adela Passarell era una mujer sensible, delicada y culta. Entre 1929 y 1941 sus padres estuvieron separados, y Màrius vivió con su madre y su familia.

La Guerra Civil puso fin a la situación familiar de relativa comodidad económica, de forma que la formación del poeta coincide con una época de grandes privaciones y de gran dolor humano. Màrius Sampere se educó primero en las escuelas de su barrio y después cursó el bachillerato entre el Instituto Balmes y en una academia privada. Tenemos que situar las primeras tentativas poéticas del autor (en castellano) durante esta etapa de estudios, entre 1939 y 1940. De hecho, el poeta ya había descubierto antes el mundo de la literatura de la mano de su madre y de su abuelo materno a la biblioteca familiar.

En 1942, después de volver a vivir juntos, los padres del poeta se establecieron en la calle Andreu Vidal, en San Adrià del Besòs. A causa de la situación de la familia se acaba la educación formal del poeta cuando finaliza el bachillerato, y en 1944-1945 se pone a trabajar en el mundo de los estudios fotográficos y la publicidad en Badalona, trabajo que mantendrá hasta después de la Transición, cuando se convierte en funcionario, dedicándose a cuestiones de asesoría y normalización lingüística.

Al margen del mundo laboral, Sampere empieza su formación musical en 1953 con estudios de solfeo, piano, armonía y contrapunto. Estos estudios llevarán al poeta a ejercer de letrista, músico y compositor en el grupo Estrop entre 1963 y 1967. A finales de los años cincuenta empieza la proyección social de la poesía de Sampere, cuando el joven autor envía obra inédita a varios premios literarios. Durante esta época, en 1958, Sampere cambia de lengua literaria y escribe sus primeros poemas en catalán.

Los poemas de Màrius Sempere hablan de los seres humanos, de sus emociones, de sus tragedias, del amor, el dolor y la muerte. Sampere es como un niño que juega con las palabras y con la retórica ríe de los estilos literarios y hace acudidos con la Filosofía y se divierte desconcertando al lector. Dice un disparate de los más gordos, nos hace bailar el jefe y después acaba con una sentencia para aclarar al lector. Es un autor que no va con ambages, se mira a sí mismo y dice el que voz y posiblemente es esto un punto de humor.

Sempere crea a un personaje público, libro a libro crece y progresa, se confunde y se separa, a conveniencia del mismo poeta. Borra el tiempo y hace de su vida un continuo, ahora somos aquí y al mismo tiempo somos allí. Se siente todavía en la panza de su madre y experimenta la sub luz, más tarde nace y más allá se encuentra con la muerte. Crea sensación que sea todo como un paisaje: él y su madre.

Ligados por este cordón umbilical que es el acto de nacer: “pero mi cuerpo/ nunca sale de la madre dormida:/ la mujer sueña que me echaba a los lobos/ yo se que pretendo encontrar el misterio”. Incluso Sempere puerta a sus personas hasta otras vidas, otras reencarnaciones y nos habla de Samsara y de la metempsicosis. Para él la vida son ciclos repetitivos, de esferas concéntricas en el centro de las cuales encontramos a su personaje. Un laberinto donde cualquiera salida está dentro, donde la única salida de verdad es la muerte. Nos dice que “huye del frío del panteísmo y quiere encontrar la fórmula que unifica todas las formas del universo”, el caos es el motor propulsor de la humanidad en vez de una plenitud utópica: La divinidad ausente. Divinidad que paradójicamente, en un oculto proceso que no evoluciona —efecto Bumerán— se identifica con nosotros mismos. Nos dice que él es el Cristo y que es hermano de los cristos pululadores.

La idea que el poeta se hace de Dios travesía toda su obra y es una idea original: Dios no existe, solo la carne. En un poema de “la canción de la metamorfosis” leemos “El agujero por donde se cuela Dios” refiriéndose al sexo de la mujer. Pero también declara: “he sido escéptico toda la vida y he llegado a considerar la vida desde un punto de vista nihilista, aunque creo que no se escucha nada, que no somos, somos el máximo que podemos ser”. Esta relación conflictiva con el Dios absoluto o el creador, Sempere la define no como un panteísmo, sino como un misticismo mas total: “huyo del otoño, del panteísmo y quiero encontrar la fórmula que unifica todas las formas del universo”. Es por eso que también la ausencia lleva uno de los temas principales de su poesía, puesto que denota desde la falta del sentido trascendental hasta la absurdidad cotidiana. De la soledad y la desolación del ser. Decir tiempo en la obra Samperiana significa decir muerto.

En abril de 2010, con 81 años, Màrius Sempere publicó la que se considera su primera novela “El rascacielos”. Ha influenciado a poetas más jóvenes como Montserrat Costas entre otros.

En julio de 2014 el poeta fue homenajeado en el auditorio de las Artes de Santa Mónica. Destacaron sus lecturas de Francisco Garriga, Jordi Valls, Nuria Martínez-Vernis, Carles Duarte i Vicenç Llorca.

La poeta Mireia Vidal-Conte se dedicó, durante los últimos años de la vida del poeta (2015-2018), a hacer de curadora y co-editora de los sus últimas obras; el que el poeta consideró que era su legado literario: La esfera insomne, Dèmens, Alien y la tierra promesa, y Nadie y la luz.

Imprimir

Medios

  • iRCG
  • RAB
  • EXTERIOR.CAT